Quiero ver cuajar, en oro, / los silencios de la tarde, / cuando el sol duerme en mi pueblo, / en sus piedras y en mi carne. (A.H.Q.)

Sobre este blog

Recopilación de fotografías antiguas cedidas por los vecinos de la localidad.

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Agradecimientos
Una empresa de este calibre no sería posible sin la aportación desinteresada de algunas personas que ocupan parte de su tiempo libre en conservar y difundir esta parcela de arte e historia que nos han legado nuestros más próximos antecesores. Esta labor callada, a veces durante muchos años, merece ser recompensada dando a conocer sus logros. Mi más sincero agradecimiento a todos los que colaboran para que todos seamos un poco más ricos en cultura disfrutando de nuestras raíces. Gracias a José Antonio Ramírez Quílez que ha sido, con la valiosa aportación de su colección (base principal de este blog), la persona que ha conseguido que este blog tuviera vida y por lo tanto más visitantes. Gracias también a la colaboración de Lely Marmesat y a todos los que seguís aportando vuestras fotografías con tanta ilusión: a Pilar Tell Pina, a Dolores Valero, Carmen Quílez y Santiago Valero, Isabel Tirado, Maribel Valencia, Celia Ortín, Miguela Casanova, Joaquín Navarro, José Luis Secanella, Juan Carlos Muñumer.
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Uno de los mayores problemas es fechar las fotografías, intentamos dar una fecha exacta o aproximada pero vuestra colaboración es vital. Si veis algún error o podéis aportar algún dato estaré encantada de corregirlo, nos podemos comunicar por e-mail en la dirección valquilez@hotmail.com.

Historia de Montalbán

Prehistoria y poblamientos prerromanos.
Los primeros datos de pobladores, en esta zona, los encontramos en las pinturas rupestres del Parque Cultural del Río Martín. Las más antiguas datan del Epipaleolítico (6000 a.C.). Los grabados de Montalbán-Peñarroyas pueden ser posiblemente de la Edad del Bronce (aprox. 1500 a.C.).
El paso de la Edad del Bronce a la de Hierro se hace sin rupturas aunque a Aragón llega tardíamente. La primera Edad de Hierro se manifiesta en Aragón por dos influencias: los pueblos mediterráneos (griegos y fenicios) y la propia evolución de la población autóctona.
La 2ª Edad del Hierro trae a Aragón un proceso denominado iberización (450 a.C.). Es un proceso de adaptación de los indígenas a rasgos aportados por otros pueblos. Tres aspectos marcan este proceso: el torno para cerámica, la moneda y el alfabeto. El máximo desarrollo se alcanzó hacia el S. III a.C.
El poblamiento prerromano estaba compuesto por varios pueblos. Con el tiempo prevalecerán dos: los celtíberos citeriores y los íberos ilergetes. Montalbán queda en zona íbera. Los íberos y celtíberos poseían dos tipos fundamentales de asentamientos: la ciudad y el asentamiento con función agrícola o defensiva. La economía se basaba en la agricultura (trigo, cebada, vid y olivo) y la ganadería (porcino y ovino). La metalurgia alcanza una alta calidad (toro de bronce de Azaila -Teruel). Esto dará lugar a la aparición de acuñaciones monetarias. En Aragón se cuentan treinta cecas (lugar de acuñación de moneda). La organización social fue tribal para después llegar a una organización urbana con instituciones jurídicas y sociales. Eran gente hospitalaria y guardaban fidelidad a sus jefes. Su religión era naturalista llegando a personalizarla en dioses como Lug, dios de la música, y Neitin, dios de la guerra.
Romanos.
La romanización es un proceso en el que Roma se anexiona diversos territorios, por la fuerza generalmente, para su control y explotación económica. Desembarcan en Ampurias en 218 a.C. Roma llega a la península ibérica para detener la expansión de los cartagineses, cortarle los suministros y comunicaciones a Aníbal, que estaba atacando Italia, y debilitarles en dos frentes.
Los primeros documentos escritos que nos hablan de Montalbán son los referentes a los cartagineses y romanos en lucha por dominar nuestras tierras.
En 348 a.C. los cartagineses firman el tratado con Roma, pro el que se obligan a no pasar el cabo de Palos (Cartagena) hacia arriba. En 231 a.C. se quejan los romanos de que, olvidando esta línea, han llegado hasta Akra-Leuké (¿Montalbán?), con perjuicio de sus aliados griegos. A esto contesta Amílcar que la incursión obedece a la necesidad de recoger plata (había minas en Segura) para pagar a Roma la indemnización exigida a Cártago.
En 228 a.C. Amílcar fuerza el sitio de Hélice o Bélice (Belchite). El régulo Orissón (rey o señor de un pequeño dominio o estado) aparenta ir en su ayuda y le ataca, obligándole a huir. Da orden a su ejército e hijos (Aníbal y Asdrúbal) de huir hacia Akra-Leuké. Él se hace perseguir por los íberos y acaba muerto ahogado al lanzarse al río (¿Ebro?) herido por una flecha.
La provincia de Teruel fue centro de operaciones. Para asegurar la línea del Idubeda fundan o fortalecen Cartago Vetus (Cantavieja?) Osicerda (Mosqueruela) Laxta (Aliaga) y Castrum Album (¿Montalbán?).
A la muerte de Amílcar, los cartagineses proclaman jefe a Asdrúbal. Se hace el 2º tratado con Roma en 226 a.C. en el que los cartagineses acuerdan que no pasarán el Ebro. Su dominio es total bajo el Ebro. Sólo escapa a su poder Sagunto, aliada de Roma.
En el 221 muere Asdrúbal asesinado y es proclamado jefe Aníbal. En 219 a.C. sitia Sagunto que tras una resistencia de 8 meses es asaltada y saqueada. En 218 a.C. Aníbal cruza Cataluña y el sur de Francia y cabalga sobre los Alpes, para caer sobre Italia, amenazando a Roma.
Roma quiere atacar a los cartagineses en España. En el 218 a.C., en verano, Publio Cornelio Escipión acampa en Montalbán, ciudadela fortificada, donde había acumulado trigo. Sin embargo el cartaginés había atacado impunemente al ejército romano, matando cerca de dos mil hombres que se habían retrasado en la huida o que vagaban por los campos. Los romanos se retiraron a lugares más tranquilos y establecieron un campamento fortificado cerca del monte de la Victoria.
Asdrúbal (hijo de Gisgón) llegó también con su ejército regular. Estos se establecieron del otro lado sur del río, enfrente del campamento romano.
En tres años se disputan nuestra región, apoderándose poco a poco los Escipiones de la España citerior (Tarraconense). En el 214 a.C., Asdrúbal vuelve de África con refuerzos. Conocedor de estos parajes se acerca al Ebro para presentar batalla a los Escipiones que descansan en Tárraco. Las legiones romanas con 30.000 celtíberos avanzan contra el enemigo, hacia el Bajo Aragón. Los cartagineses los derrotan y Cneo Escipión muere en batalla. Para vengar su muerte, el vástago de 24 años, Publio Cornelio Escipión, pide ante el senado el consulado de España y barre de nuestras tierras a los cartagineses. Castiga a Turba (Teruel), se apodera de Cartagena, domina la Bética. Por fin la victoria de Ilipa (206 a.C.) significa la derrota y expulsión de los cartagineses, coronando por fin sus victorias la conquista de Cádiz (205 a.C.) último reducto cartaginés.
Visigodos.
Llegan los visigodos y permanecen en nuestras tierras hasta el 714 d.C. en que son conquistadas por los árabes.
Existe una necrópolis visigoda en el Palomar de Oliete, en un estrato superior al ibérico, de S.VI d.C. que fue destruido durante las guerras sertorianas.
España musulmana.
En la primavera de 714 Musa Ibn Nusayr llega a Zaragoza sin encontrar resistencia en el control del valle del Ebro.
En el 777 el gobernador de Zaragoza, Suleiman-ben-Yactán trata de hacerse independiente de Abd-er-Rahman I y busca el apoyo de Carlomagno al que ofrece la entrega de Zaragoza.
La familia de los Razín pertenece a los berberiscos de 1ª hora que acompañan a los árabes en la invasión del 711. Reciben abundantes tierras que crecen con los Beni Razín hasta aparecer el S. IX como señores del territorio de Sta. María de Albarracín. En el S. X y XI la sahla o marca de Albarracín abarca la llanura del actual partido, extendiéndose por la cuenca alta del Jiloca, de Cella hasta Villafranca del Campo, los campos de Monreal y Calamocha y las agrestes cumbres de la serranía, bajando por Segura y Montalbán para dar la mano a la parte oriental de la sahla, que eso significa Xarq (=oriente) la Val de Jarque.
En (1012-1045) Hudail se independiza. Abelmélic ofrece vasallaje a Alfonso VI cuando toma Toledo (6-5-1085).
En mayo de 1089 el Cid toma el Poyo, dónde recibe una embajada de Abelmélic de Albarracín, aceptando parias por 10.000 dinares, hace tributarios a todos los señores de la comarca. Domina la sierra de Segura y Montalbán desde la Peña del Cid y desde Alacón, de donde recorre la comuna de Huesa y la vega del Martín, llegando hasta Alcañiz, para seguir camino de Valencia por Iglesuela del Cid. El 15-6-1094 tomaba Valencia. Montalbán debió ser conquistado a fin del año 1157 llegando hasta la falda de San Just.
En el poema de Mío Cid, en los versos número 952 y en el 1088, aparecen estas reseñas de  la villa de Montalbán.
versos 951-954.
       Entonçes se mudó el Çid al puerto de Alucat
dent corre mio Çid a Huesa e a Mont Alván;
     en aquessa corrida diez dias ovieron a morar .
versos 1087-1089
Poblado ha Mio Çid el puerto de Alucant,
     dexado a Saragoça e a las tierras ducá
             e dexado a Huesa e las tierras de Mont Alván.
Pedro Pruneda, en la crónica de la provincia de Teruel, de 1866, apoyado en Zurita, localiza las principales hazañas del Cid en la cuenca del río Martín, desde donde inició la conquista de Valencia. En dicha crónica aparece este párrafo que literalmente transcribimos:
" El tránsito del Cid por la provincia lo recuerdan las tradiciones populares, perpetuándose además su nombre en el pueblo llamado Iglesuela del Cid, que corresponde al partido de Segura y en la Peña del Cid, que es un picacho berroqueño entre Villarroya y Montalbán, sobre el cual estaba el castillo de Pina Castel. Desde allí solía el Cid acudir con su Tizona a los emires sus vecinos, y con especialidad a los de Zaragoza y Albarracín, con quien estuvo muy hermanado".
A partir del siglo XII los historiadores, aun con ligeras diferencias, hacen citas dispersas sobre la villa.
La Reconquista.
La reconquista de las tierras aragonesas es iniciada por D. Alfonso I el Batallador después de conquistar Alcañiz se adueña de Castelseras, Calanda, Castellote, Alcorisa y Caspe y otras, formándose así, un fuerte distrito avanzado contra las huestes fronterizas de Montalbán y de Tortosa. Algunas de estas plazas van a volver a poder musulmán durante el reinado de Ramiro II. Será Ramón Berenguer IV quien, después de recuperar algunas plazas y conquistar Tortosa a mediados del siglo XII (1148) y Albalate, se apoderará de Montalbán posiblemente hacia 1160 tres años después de la concesión de carta puebla de Alcañiz.

Existe un documento poco conocido descubierto por D. Martín Almagro Basch, fechado en Teruel, el tres de abril de 1189, por el que se sabe que Montalbán perteneció al Señorío de Albarracín. Siendo señor de Albarracín D. Fernando Ruiz de Azagra, aparece también como señor de todas las tierras que van desde Tarazona a Teruel teniendo bajo su mano a los señores de aquellas ciudades y castillos; Tarazona, Calatayud, Daroca, Osa, Martín, Ródenas, Montalbán y Teruel, los cuales firman el documento como formando su corte y compañía, lo mismo que hacían con el rey de Aragón sus vasallos. Por Montalbán firmaba Semeno de Garinduem. Según comentario del profesor Almagro,  estos feudos fueron donados por rey Alfonso II al señor de Albarracín y coincidían, en cierto modo, con la frontera castellana y musulmana hacia el reino de Valencia.
Fuero de Montalbán
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El rey Pedro II El Ceremonioso, concede a Montalbán Fuero propio en el año 1208 ( este documento se ha editado en el año 2000 gracias al patrocinio del Ayuntamiento,  el Justicia de Aragón  y la colaboración de Ibercaja.  El trabajo fue realizado por Ana Isabel Lapeña Paul, estudio y trascripción, y por Mª Mar Agudo Romeo, traducción y glosario.)
Otras referencias históricas afirman que, en 1210, el rey D. Pedro II de Aragón dio orden al maestre de la Orden de Santiago, D. Fernando González Maravín, para que conquistase Montalbán, fortificar y organizar su defensa porque, siendo tierra de frontera y estar escasamente poblada, era amenazada constantemente por los ejércitos islámicos, (hay que interpretar el termino "conquistar" como una simple recuperación de la plaza para la Corona de Aragón, de la donación ya citada al señorío de Albarracín, poniéndola en las manos de los caballeros de Santiago). Quedaba así, Montalbán, perfilada como villa con castillo-convento, del estilo de las llamadas " Órdenes Militares", independiente (al igual que otras poblaciones) de la comunidad de aldeas que surgieron después de la reconquista en torno a Teruel.

Año 1221: D. Jaime el Conquistador, de doce años de edad, celebra su casamiento en Agreda el 6 de febrero, con Dña. Leonor de Castilla, señalándole en arras, como era costumbre, entre otros lugares, la Villa de Montalbán.
Jaime I el conquistador,  ratifica el fuero de la villa el día 22 de Febrero de 1225. En la conquista de Valencia, colaboraron caballeros de la orden de Santiago de Montalbán.
El castillo era regido por comendadores y desde 1241 contenía el único convento jacobeo de clérigos en Aragón sometido al prior de Uclés. Es probable que el rey Jaime I pasara un verano en el castillo.
Sin embargo, parece más improbable la referencia que hace Pruneda a que Jaime II, a principios del siglo XIV, hiciera rendirse a los templarios que se resistían en el castillo de Montalbán durante la persecución y exterminio que este rey hizo de la orden del Temple pues no se encuentran referencias. Sí es probable que caballeros templarios se refugiaran en la villa para descanso incluso para defenderse o escapar de las tropas reales.

La fortificación de la villa data del siglo XIV, cuando se inicia la guerra entre Castilla y Aragón (guerra de los dos Pedros). Para la construcción de la muralla se exigía a los vecinos, no solo de Montalbán, sino de la comarca, el pago de tributos; únicamente quedaron exentos de este tributo los vecinos de La Hoz de la Vieja a cambio de que construyeran un castillo en su pueblo, pero se limitaron a levantar una torre (1363), que todavía se puede ver.
Pedro IV el ceremonioso, concede en 1347 voto en cortes con varios privilegios y franquicias a Montalbán.
El 6 de abril de 1364 D. Pedro IV de Aragón llega a Montalbán para atender a la guerra contra los castellanos que habían tomado aquellos días el castillo de Perales y sitiaban el de Visiedo.

Sin duda el siglo XIV fue el más importante para la villa consolidando su carácter fuerte e importante dentro de la comarca. A lo que habría que añadir que en este siglo se construye la iglesia parroquial situada a media ladera del cerro que domina el castillo y que todavía perdura.
Fin de la Edad Media. Historia Moderna.
En el S. XV todavía todavía podemos ver la importancia que tuvo Montalbán, en su aljama se instaló una de las primeras imprentas que entraron en España junto con la de Híjar (año 1475).
Los siguientes siglos, XV y XVI, pasaron sin ningún detalle importante de lo que se deduce que la villa vivía como muchas otras de aquellos tiempos. Por un lado estaba la Orden de Santiago, había hidalgos y ricos hombres, algunos de cuyos escudos todavía se conservan, luego estarían los eclesiásticos adscritos a la colegiata y que controlarían los medios de producción y tenencia de la tierra, y el proletariado rural que cultivaría la tierra en beneficio de los señores.
Es en el seno de una de estas familias nobles donde se fragua la fundación del Convento de los Dominicos de clara importancia en la vida de la villa. La licencia de fundación es del año 1521 y el concejo de Montalbán dio la ermita de Santa Lucía y sus alrededores para la construcción del mismo. La fábrica del monasterio y la iglesia se terminaron en el año 1535. A partir del 1558 se llamó Monasterio de San Vicente Ferrer y Santa Lucía de Monteceli de la Observancia. Estaba situado en el actual cementerio. Fray Manuel García Miralles realizó un exhaustivo trabajo sobre este convento. Se ha de resaltar la gran importancia que tuvo en la cultura de los alumnos de la población a principios del siglo XIX a la que siguió la enseñanza de primeras letras y posteriormente la cátedra de Filosofía.
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Texto de Labaña
De comienzos del siglo XVII es la descripción que Labaña hace de Montalbán en su obra "Itinerario del Reino de Aragón", correspondiente al 28 de Marzo de 1611.
Como se ve en el documento, aunque de manera somera, Labaña deja constancia de lo siguiente:
La villa es de la Orden de Santiago.
Existe un castillo y una iglesia de Santiago.
La villa posee  una iglesia parroquial (distinta a la ya mencionada).
Es una villa amurallada.
Hace referencia a un puente de piedra. 
Existe un convento de Dominicos (actual cementerio municipal).
Ya había minas de carbón.
Sus bodegas eran famosas.
Describe las aldeas que tiene a su cargo y los municipios lindantes.
En el año 1690 el enfrentamiento entre los intereses del convento y los de la villa de Montalbán subía ya tanto de tono que el motín de los vecinos por el uso de los molinos llegó a poner en peligro la vida de los frailes y la de algunos de sus partidarios.
Se cuenta esto en la historia del convento de la orden de Santo Domingo de Montalbán, uno de los capítulos más interesantes de todos los que conforman el ya citado libro de fray Manuel García Miralles "La orden de predicadores de la provincia de Teruel". Aunque sepamos ya que la historia hecha por eclesiásticos tiende a considerar los hechos como producto de la providencia divina, sin embargo, el episodio de la guerra de los molinos deja ver a las claras que las motivaciones económicas fueron las verdaderas causantes del conflicto: no olvidemos que un convento, además de una casa de oración, es una unidad de producción económica. Pero vayamos a lo acaecido.
Citando al cronista Diago, fray Manuel cuenta que el jurado mayor de la villa, Francisco Espés, siempre inquietando a los monjes por los molinos, quiso ponerles las tajaderas las vísperas de Todos los Santos. Como el procurador del convento le reprochara el perjuicio que se les hacía, no las pusieron aquel día, pero al siguiente, teniéndoles espías a la puerta de la iglesia donde confesaban, las pusieron con sigilo. El convento se quejó al concejo y al gobierno de la villa y el prior salía a Zaragoza para asesorarse.
Mientras tanto, la villa puso en el molino municipal un molinero pagado por los cabezas de familia en el cual se podía moler sin pagar la parte de maquila. El convento se opuso, es natural, al quedarse sin clientela y sin ganancia, pero llama la atención el hecho de que entre los mismos vecinos hubiera muchos altercados por ser en daño de los pobres y en favor de los ricos, dice el cronista. Pensamos que el beneficio redundaba en quienes tuvieran mayor cantidad de grano (propietarios de tierras), siendo justa la protesta de los que, pagando igual, molían menos (renteros, labradores modestos). Personas principales que favorecían de antiguo al convento recogen la queja de los desfavorecidos y consiguen que se retire el pago al molinero. Pero, según el cronista, la maldad de los jurados no tiene límite: un hermano de Espés, pues había sobornado a gente para dicha determinación, el cual, para no dejar de inquietar al convento, arrendó el molino de la villa en cien escudos con la condición de que todos fueran a servirse a él, y quien lo hiciera en los del convento tuviese pena de cinco sueldos y perdido el trigo. El convento hace comparecer a los Espés ante el tribunal eclesiástico y los hermanos, aconsejados por sus abogados, dan marcha atrás.
La guerra que latía sorda con no pocos roces y declarada antipatía desde la misma fundación del monasterio en 1525, separa ahora a los monjes y la villa con la contundencia irreversible de la violencia reprimida. El consejo decide hacer un molino en frente del que tenía el convento. Al ver el convento que de esta manera se les privaba del agua, llevan el caso a la audiencia real de Zaragoza y falla a su favor que se requise el nuevo molino. Para ejecutar la sentencia y la aprehensión se presentan el procurador, portero y notario, entonces fue tan grande conmoción y motín de gente contra dichos religiosos y ministros que acudieron al batán más de cien hombres armados para, si llegaban a aprehender, matar a los religiosos y ministros: y si no fuera por don Juan Dolz, que avisó al prior de los que pasaba, los hubieran muerto. Esperaba la gente a los religiosos en el camino del puente para que se subieran al convento y se hubieron de ir por la palanca que atraviesa el río, acompañados de don Juan. Y aún hubo algunos tan poco atentos que gritaban les tirasen carabinazos, aunque mataran a don Juan. Otros acudieron luego y quitaron la palanca para que no volviesen a pasar por allí; otros gritaban que tocaran la campana a rebato y derribaran los molinos y el convento, y si no fuera porque algunos apasionados del convento acudieron a cerrar la iglesia, la hubieran tocado, porque ya fueron otros a tocarla.
Al día siguiente reunieron el consejo los partidarios del convento, después de que los trabajadores salieran al campo, pues eran estos precisamente los que iban en contra de los monjes. en la reunión se expuso la injusticia que se les hacía y anunciaban con miedo que nada bueno podía venir de Zaragoza cuando se enterasen de la afrenta que el pueblo había cometido con los ministros de la audiencia. Así que deciden suspender las obras del molino y cargar a quien trabajare en ellas con una multa de treinta reales y diez días de cárcel. Cuando a la noche volvió la gente del campo y se entera de lo que el consejo había decidido esperando a que ellos no estuviesen, subieron a las diez de la noche a la torre, llamando al sacristán que abriera las puertas de la iglesia, con excusa que había un enfermo para darle la extremaunción, tocaron a rebato, armáronse todos, y gritando ¡mueran los fraileros!, iban por la villa en busca de los que defendían el convento.
A partir de aquí, fray Manuel es escueto, tan sólo nos apunta que hubo el consiguiente disturbio, sonando la pólvora, no faltando quien azuzase a subir al convento y darle fuego. algunos sacerdotes sosegaron el gentío. Los religiosos, con grandísima pesadumbre encomendábanse a Dios, pidiendo su asistencia, y todos se dividieron en centinelas por las ventanas y puertas del convento ara si subían los del motín contra ellos. Por fin tuvo su arreglo nombrando las partes árbitros componedores. Debe ser que a la memoria no le gusta recordar las partes más desagradables de los acontecimientos, pero es una lástima que nuestro historiador no reparara en más detalles, pues el cuadro nos parece de lo más dramático.
Para acabar quisiera señalar un par de precisiones. Los mediadores de nuestro episodio debieron ser, primero, los sacerdotes de la villa, a los cuales nunca les supo bueno la presencia de los predicadores asentados en la ermita de santa Lucía que les cedió la villa para que edificaran el convento. Estos sacerdotes buscarían intermediarios del otro bando entre los fraileros una vez que la cosa se calmara y pudieran asomarse a la calle. Desconocemos los términos de la paz, pero, según el apéndice documental, debieron establecer tan sólo unas cláusulas de compromiso, pues se levanta más tarde otro pleito por el mismo motivo en 1726. A partir del 1804, en el que vienen ya arrendados, no vuelven a aparecer más papeles sobre los molinos, lo cual quiere decir que los conflictos por los molinos no cesan, desde al menos 1596, hasta que, tras casi doscientos años, el arriendo a vecinos particulares parece apaciguar definitivamente a las partes. Fray Manuel apunta que el cronista Diago no suele explicar las causas de los hechos. Como nuestro historiador tampoco lo hace, debemos nosotros intentar vislumbrar las causas probables del conflicto. En 1523 el emperador Carlos V, como administrador perpetuo de la orden de Santiago, escribe al comendador de la orden en Montalbán que se acepta la instalación de los monjes, pero con unas condiciones, entre ellas, la imposibilidad de adquirir nuevas posesiones en el término de dicha orden y la de poner los molinos en cuatrocientos (escudos), y de aquellos pagar la pecha (impuesto). Pensamos que el desacuerdo con la villa se originaría del incumplimiento de esta última cláusula o de una subida del impuesto después de tantos años, que el convento se negaría a acatar, como se negará a pagar el aumento de la paga al médico y al cirujano de la villa en 1759, o cuando no quería pagar los diezmos en 1556, pleito que provocó la amenaza del plébano de la villa (no se llegue a las armas) y que acabó con la excomunión de renteros del convento. Fray Manuel se lamenta de la incomprensión del pueblo con los religiosos. Lo cierto es que las maquilas y diezmos y la exención de impuestos de que gozó históricamente la iglesia por sus cuantiosas propiedades fueron alimentando un sentimiento anticlerical surgido básicamente de los desequilibrios económicos y que desencadenarían, a la postre, la desamortización de 1835, en que desaparece nuestro convento, y las violencias de la guerra civil.
Gregorio Royo, Cantalobos nº 11, sepbre. 1995
La enseñanza a finales del S. XVIII
Dónde construir las nuevas escuelas ¿en el juego de pelota o en la Placeta de San Fausto? Don Juan José Millán Herrero, racionero de la parroquial de Santiago el Mayor de Montalbán, era uno de esos clérigos imbuidos de las ideas renovadoras de la Ilustración. Ideas que buscaban ciertas reformas para que lo esencial, la estructura social del Antiguo Régimen, permaneciera.
El 13 de febrero de 1797 nuestro racionero envió una petición al alto tribunal del Real Acuerdo, a la sazón el organismo administrativo que entendía de los asuntos del "bien público" para el viejo Reyno, en la que solicitaba la instauración en Montalbán, villa que "se acerca al número de cuatrocientos vecinos", de una maestra de niñas "que las instruya en la doctrina cristiana y en las labores correspondientes a su sexo y edad". Relata Millán que todos sus intentos anteriores habían fracasado, pero la Providencia venía en ayuda de su empeño, dotar a la maestra con los medios suficientes, al haberse instaurado en la aldea de Utrillas una "fábrica de cristales" a la que la villa de Montalbán cobraba una sustanciosa tasa de ochenta pesos anuales por el beneficio de dos filones de "carbón de piedra".
El racionero sugiere que con parte de esa cantidad sería suficiente para erigir dicha escuela de niñas. Ya aprovecha la oportunidad -pidiendo el mayor secreto "a fin de no ganarme enemigos"-para recordar que la escuela de niños se encuentra en un local inadecuado, expuesto a próxima ruina.
No debía de ser prioridad del Ayuntamiento montalbino el establecimiento de una escuela de niñas cuando, al parecer, había otras necesidades más perentorias. Y, ciertamente, tenía motivos el racionero para solicitar secreto al alto tribunal por cuanto la respuesta del consistorio y su posterior actuación dejan traslucir cierta indiferencia sobre el asunto, solamente disfrazada de interesada atención por la calidad del organismo interviniente.
El alcalde, regidores y procurador síndico (Pedro Biel, Mariano Millán, Ramón Millán, José Argente, Juan Salas y José Gómez, respectivamente) notificaban que "en ciertas temporadas de primavera y sanmiguelada ha habido en esta villa alguna mujer que se ha aplicado a instruir a las niñas que querían ir a su casa, y les enseñaban a hacer media y red, y una de ellas también a leer", por lo que las señoras descuidaban la enseñanza por sus otras ocupaciones. El Ayuntamiento reconoce que si hubiese dotación las alumnas "lograrían muchas ventajas y utilidades" pero que el consistorio no podía remediarlo, estando como estaban los vecinos cargados de otros pagos y obligaciones. Sugerían, como único remedio, la detracción de grano del Pósito, más la contribución de media peseta por mes de las "niños pudientes".
La situación del maestro de niños, "que también es organista", parecía poco boyante en razón de la escasez de su salario, las clases se recibían en la propia casa del maestro, cuyo alquiler pagaba la villa, y "mal acomodados" los niños en el patio y en un pequeño cuarto de la casa. Si el maestro cambiaba de domicilio, con él se iba la escuela. El horario lectivo se reducía a dos horas por la mañana y otras dos por la tarde.
El Ayuntamiento reconocía que la construcción de una escuela con sede fija redundaría en beneficio de los alumnos, pero la solución parece que sobrepasaba sus posibilidades "sin gravar a sus vecinos, que se hallan oprimidos de calamidades y miserias por los contratiempos" de las malas cosechas.
En un siguiente informe se justificaba que las rentas obtenidas de los dos filones de carbón en Utrillas se habían reservado para reparar los caminos y puentes "que en una tierra tan áspera y montuosa como ésta" no llegan a solucionar las concejadas vecinales. Así los ochenta pesos se habían utilizado en mejorar el camino a Martín del Río, incluida la construcción de dos puentes sobre las acequias molinares, con intención de hacerlo transitable para los carros y poder enlazar con la carretera de Zaragoza a Valencia. Hasta entonces,señalan, los productos de la huerta sólo podían extraerse "con caballerías de albarda". Una vez arreglados los caminos, y si continuase el arrendamiento de carbón, entonces sería el momento de acometer el establecimiento de la escuela de niñas y la construcción de una nueva para los niños.
En vista de la disposición del Ayuntamiento el fiscal recomendó la convocatoria de "concejo general" para que todos los vecinos pudiesen aportar sugerencias sobre el asunto y resolver sobre "los medios más suaves, equitativos y convenientes" para lograrlo, "teniendo presente el beneficio que resulta de estos establecimientos de instrucción sólida y permanente de la juventud".
Se fijó la fecha del 25 de junio para la reunión vecinal, no sin antes acordar los señores del Ayuntamiento girar visita a casa del plebano de la parroquia de Santiago, "como su principal párroco", para suplicarle su asistencia, y la de algunos de los capitulares, al previsto concejo general. Pero antes de celebrarlo se creyó conveniente tratar el asunto en el Ayuntamiento y establecer "una especie de plan". Para la construcción de la nueva escuela de niños se propuso el juego de pelota existente en el Muro, pero de tal manera que allí cupiera todo, trinquete, casa de maestro y escuela: "Que para no privar esta decente diversión se haga trinquete, o juego cerrado, que a una orilla de él, por ser muy capaz, se construya casa para el maestro y sobre el trinquete, que está al sol de mediodía, y es lo que se debe apetecer para este país, el estudio de niños, que será muy cómodo; pues que logrando los aficionados a pelota este útil de juego cerrado, los aficionados a paseo un cómodo retiro en tiempo de nieves, aguas y frío, para un rato de paseo, conversación y diversión, pues no le hay en esta villa retiro alguno". Demasiado para aquellos tiempos.
La escuela de niñas se pensó habilitarla temporalmente en las casas consistoriales, siempre y cuando los vecinos más pudientes se comprometieran a dotarla suficientemente con aportaciones voluntarias.
El párroco, aunque declinó su asistencia al concejo general, mostró su aprobación a los proyectos ideados por el Ayuntamiento, comprometiéndose a donar tres cahíces de trigo, "medida de esta villa", como aportación personal y la tradicional limosna o caridad que acostumbraba a dar a los niños y niñas que frecuentaban la escuela, a excepción de aquellos "muchachos y muchachas que andaban mendigando". Y para el proyecto de la escuela en el trinquete -"cuyo pensamiento tanto le ha gustado"- ofrecía la suma de 400 reales de vellón, "con tal que se impida mendigar a los niños y niñas que pasando de cuatro años de edad no asistan a la escuela".
El día 24 se reunión el Ayuntamiento y la Junta de Veintena -los veinte mayores hacendados- como adelanto al concejo general previsto para el día siguiente y, "previniendo la confusión de mañana", los asistentes ofrecieron sus donaciones, de las que sobresalían -aparte de los 400 reales del plebano, D. Ramón Moncayola- los 200 reales del "escribano" o secretario municipal, Jaime Mateo y los 80 del propio alcalde. El resto de ofertas oscilaron entre los 80 reales que daba Vicente Gómez y los escasos 8 de Rafael Escobedo. El total comprometido en aquella reunión ascendió a la suma de 1.528 reales. Respecto de la ubicación de la escuela de niños en el juego de pelota, se aprobó por mayoría pero no hubo unanimidad, pues D. Joaquín Aranguren y algún otro entendían que sería mejor construirla en la placeta de San Fausto.
Así pues, el día 25 de Junio de 1797, a las seis de la mañana, como se había pregonado "a son de caja", y bajo la amenaza de los 20 reales de vellón de multa para los que no concurrieran, se reunió "todo el pueblo" a excepción de los que justificaron su ausencia. Primeramente el secretario relató todos los antecedentes del asunto y, de seguido, y en "alta voz", el alcalde dio permiso a los vecinos para que se expresaran libremente, aunque con "la debida moderación". A todos pareció bien lo que se dijo desde el estrado y al punto declararon sus ofertas, de modo que al fin de la reunión la suma recaudada ascendía a 2.658 reales de vellón, a falta de lo que pudiera sumarse de los ausentes y enfermos. Se encargó además a los alarifes Juan Luengo y Juan José Sebastián el presupuesto para la construcción de las dos obras proyectadas.
Se calculó en 1.000 duros (20.000 reales de vellón) el coste del trinquete cubierto, casa de maestro y escuela de niños, y la complementaria de habitación para la maestra y escuela de niñas en las casas consistoriales. Pero si los vecinos, como se comprometieron el día del concejo general, contribuían al corte de madera en los montes comunes, y al transporte de la piedra, teja, ladrillo, cal y yeso necesarios el coste se reduciría, previsiblemente, a la mitad.
El día 17 de julio, cuando se habían alcanzado 3.350 reales, hubo nueva junta de Ayuntamiento y allí se aprobó dirigirse de nuevo al Real Acuerdo con la propuesta de comenzar los trabajos, siempre y cuando colaboraran los vecinos algunos días de fiesta, con permiso eclesiástico, e imponiendo una moderada multa a los "rebeldes" que no acudieran. Expedía autorización, además, para solicitar limosna al juez de expolios y vacantes del arzobispado, poder cortar madera de los montes o vender 20 ó 25 cahíces de trigo del pósito de la villa.
El 30 de agosto un auto del Real Acuerdo aprobó que el Ayuntamiento iniciara las gestiones pertinentes para recaudar los fondos prometidos por los vecinos y los que de forma extraordinaria se habían previsto, el empleo de "concejadas" justas y proporcionadas y, a petición del fiscal, que se dieran las gracias al plebano D. Ramón Moncayola por su generosa liberalidad.
Y así fue. Se solicitaron las ayudas y el permiso para cortar árboles y al año siguiente, según informaba el nuevo Ayuntamiento el 7 de mayo de 1798, todavía no se habían obtenido respuestas, "bien que se tiene noticia que llevan el curso regular". Mientras tanto se había procedido al acopio de diferentes materiales de construcción y, lo que es más importante, se habían contratado los servicios de una maestra de niñas y éstas acudían a la escuela en gran número.
Pero el nuevo Ayuntamiento presidido por el alcalde D. Joaquín de Aranguren varió los planes de construir la escuela de niños sobre el frontón cubierto por un nuevo emplazamiento en la placeta de San Fausto. Justificaba el cambio en atención a que "así se evita el que los muchachos y niños adquieran malos hábitos que necesariamente se les presentarían de hacer la fábrica (de la nueva escuela) sobre el juego de pelota, por ser esta el lugar a donde más se concurre, y particularmente aquellos que más pueden inficionarles con sus expresiones y palabras malsonantes; y a más de lo dicho, cubriendo el citado juego de pelota se patrocinaría la ociosidad, porque sería mayor el concurso, especialmente en días de nieves, aguas y contratiempos, a donde no se puede concurrir estando abiertos, distrayéndose con este motivo las gentes de las faenas y trabajos que en sus casas podían hacer". "Además -señalaba el Ayuntamiento con alguna razón- el citado juego de pelota se halla inmediato a una grande rambla, y aunque no muchas veces, se ha visto inundado de las avenidas que ocurren en las tronadas; es exponer a los muchachos a que se acerquen a la aguas y sucedan algunas desgracias". En consecuencia pide licencia para construir la nueva escuela de niños en la placeta de San Fausto en lugar del juego de pelota del Muro de la Rambla.
Recibida la petición, el Acuerdo solicitó información reservada al párroco de Montalbán, antes de conceder la licencia. D. Ramón Moncayola contestó enseguida y no paró en mientes, suplicando, a cambio, "la mayor reserva, pues sin ella no pueden esconderse a la alta penetración de Vuestra Excelencia los inconvenientes que se me seguirán".
Comienza el plebano su escrito atacando la persona del anterior alcalde, Pedro Biel, que en su opinión "dio pruebas nada equívocas de la indiferencia con que miró la mejora del establecimiento del magisterio de niños, elección de maestra de niñas y construcción de casas escuela" mientras se dio gran prisa por terminar "un segundo juego de pelota y otras obras de menor interés". Informa Moncayola que hasta el mes de marzo anterior nada se había adelantado, y sólo a instancias del nuevo Ayuntamiento y tras el cese del anterior alcalde. La llegada de la nueva maestra -cuya elección "por ahora parece acertada"- fue mal recibida por Pedro Biel y otras personas de su entorno, que, según parece se dedicaron a hablar mal de ella, aunque los padres de las alumnas habían sabido "agradecer los buenos ejemplos de instrucción que reciben sus hijas en todos los ramos". Aún así el párroco piensa que podría surgir algún descontento a la hora de exigir a "los padres pudientes" los 2 sueldos y 2 dineros mensuales de las niñas y los 4 sueldos anuales de los niños, conforme lo acordado.
Llegando a "la manzana de la discordia", es decir, al asunto del cambio de ubicación de escuela de niños, Moncayola suscribe las razones del nuevo Ayuntamiento y añade otra, a su entender muy importante: la mayor comodidad del nuevo emplazamiento para los vecinos, pues construir la escuela en el juego de pelota, al "estar al extremo del pueblo", sería causa de obligar a "unas tiernas y desabrigadas criaturas" a cruzar "todo el lugar cuatro veces al día con aguas, nieves y malas calles en tiempo de invierno". Y ya se sabe que "no necesita tantos pretextos el amor demasiado condescendiente de una madre para dispensar a sus hijos de ir a la escuela, lo que no hará tan fácilmente hallándose en la placeta de San Fausto, que viene a estar en el centro del pueblo, y por consiguiente proporcionado para todos".
Algunos vecinos llevaban a mal este cambio de ubicación y amenazaron con retirar la ayuda prometida. Según el párroco eran pocos: el ex alcalde Pedro Biel, el apoderado del comendador de la Orden de Santiago y algunos otros, quienes "ambiciosos de las primeras sillas como los hijos de Zebedeo, lisonjean siempre sus designios y están ciegamente adheridos a sus máximas". Pero podía aumentar su número, temiendo algunos no poder obtener empleos concejiles, si no seguían las directrices marcadas por Biel y el apoderado el comendador, que todavía tenía la prerrogativa de imponer al alcalde. "Vea V.E. los pesados grillos que hacen gemir a esta villa bajo la más dura servidumbre", se lamenta Moncayola. Y concluye pidiendo el apoyo decidido del Real Acuerdo en favor de los partidarios de construir la escuela de niños en la placeta de San Fausto y la represión de "los que se atrevan a continuar vertiendo especies sediciosas". Así estaban las cosas, pero todavía podían ir a peor. Y, en efecto, así sucedió.
El 16 de mayo el ex alcalde Pedro Biel, de oficio escribano real, elevó un escrito ante el alcalde de la villa D. Joaquín de Aranguren, por el que se pedía al Ayuntamiento la paralización de las obras de la escuela de niños y niñas, puesto que no se estaba construyendo en el lugar que había señalado el Real Acuerdo.
Relata Biel que el día 12 por la tarde se pregonó un bando instando a los vecinos que tuviesen caballerías mayores para llevar al día siguiente tres "caminos" (viajes) de piedra a la placeta de San Fausto, pero que hubo "algunos susurros y conversaciones" y varios vecinos se negaron a pagar lo que habían ofrecido si no se construía en el antiguo juego de pelota del Muro. Y como se "pueden seguir fatales consecuencias" caso de proseguir las obras en la placeta pedía que se suspendieran, y en caso contrario las protestaba, con todas las consecuencias.
Por consejo del asesor jurídico se pidió a Biel que manifestara las "fatales consecuencias" a las que hacía alusión. Estas eran, a su entender, que muchos vecinos no pagaría -"ni yo tampoco"- lo ofrecido, especialmente todos los que vivían "de la plaza por abajo" y muchos "de la plaza por arriba" que verían alejarse la escuela de sus hogares. Se quejaba Biel -y no le faltaba razón en eso-, que parar variar lo acordado ni se había convocado el concejo general, ni obtenido el obligado permiso del Real Acuerdo, arriesgando con ello la buena armonía de los vecinos, "y de esto se puede muy bien inferir se pueden seguir fatales consecuencias". Y se atreve a señalar que la verdadera razón de la mudanza es que tanto el alcalde, como el regidor primero, D. Manuel Latorre, y los demás componentes del Ayuntamiento "tienen las casas bastante próximas a la dicha placeta de San Fausto y mucho más distantes del juego de pelota llamado el Muro", por lo que vuelve a pedir la paralización de la obra, en tanto no se obtengo permiso del Acuerdo, y mantiene su protesta "con todos los gastos y perjuicios".
En su descargo el Ayuntamiento pleno adujo que la razón principal del cambio era que cuando se aprobó hacer la escuela en el juego de pelota no existía seguridad en la cesión de los corrales de la placeta, pero que una vez conseguida de sus dueños, a la mayor parte de los vecinos les parecía más a propósito. Y mantenían que no era bueno para los chicos tener la escuela justo encima del trinquete, pues desde el mismo estudio podrían oír de los jugadores "palabras obscenas y escandalosas". Acusan a Biel de sembrar la cizaña entre los que acudían contentos con sus caballerías para llevar piedra la placeta y señalan que el motivo de semejante espíritu de discordia proviene el hecho de que el Real Acuerdo lo cesó de sus funciones de alcalde, "a instancias del regidor primero a últimos del mes de enero pasado", y que aquello no lo había perdonado. Por otra parte dicen los del Ayuntamiento que solo uno de sus miembros, que es el regidor tercero, tiene hijos en edad de acudir a la escuela, por lo que se demuestra que solo han actuado en vistas al bien común. Solicitan la aprobación del cambio de sitio para la escuela y, además, acuerdan remitir al Fiscal en lo Civil de la Real Audiencia de Aragón los escritos originales remitidos por Biel. Y así se hizo, conservándose en el expediente el sobrescrito de la misiva.
El fiscal, en su censura de 6 de junio de 1798, recomienda al Acuerdo aprobar la nueva ubicación de la placeta de San Fausto, en atención a su mayor comodidad, y excita a que se reanuden las obras sin demora, castigando a todos aquellos que no concurran a sus obligaciones o den en propalar "voces que puedan entibiar el celo y satisfacción de los vecinos en un proyecto tan recomendable". Por auto del 9 de junio siguiente los señores del Real Acuerdo concedieron, por fin, el permiso y suscribían literalmente la censura del fiscal.
Pero Biel todavía se resistió. Esgrimiendo su reciente nombramiento como "escribano honorario de rentas", que obtuvo del "señor intendente Goyeneche", se negó en redondo a prestar su caballería para el acarreo de materiales, no obstante que el alcalde, D. Joaquín de Aranguren, y el regidor primero, D. Manuel Latorre, pese a su condición de infanzones, acudían a las concejadas como los demás vecinos. Intervino el Real Acuerdo y exigió taxativamente que la villa de Montalbán "obligue por todo rigor de derecho" a Pedro Biel para que concurra con su caballería como los demás vecinos, incluidos los infanzones, exigiéndole en caso de contravención las multas que tenían establecidas para estos casos.
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Todavía tuvo Pedro Biel ocasión, en un último recurso, de reivindicar su "celo patriótico", en atención a las obras públicas que gestionó durante su mandato, como fueron las mejoras en las cárceles, casa consistoriales y caminos de la vila. Y denuncia un batiburrillo de interesados silencios y posibles injusticias cometidas, a su entender, por el Ayuntamiento. Tal era que al alcalde no le reconocía su pretendida infanzonía, pues en la villa "no existe otro infanzón que D. Manuel Latorre, que lo es de privilegio". Justifica su resistencia a concurrir a las concejadas con su caballo "de silla" -esto es, de paseo, y no de labor- por cuanto Vicente y Manuel Gómez ("los Gómeces", los llama) tampoco aportaban sus caballerías y, en definitiva, plantea una encendida defensa de sus pretendidos derechos y excepciones que suplica se le reconozcan para no concurrir a las obras de las escuelas. Pero ni el fiscal ni el Acuerdo accedieron a su solicitud.
¿Terminaron con ello todos los problemas y se pudo, por fin, acabar la proyectada escuela? No por cierto. Estaba escrito que el problema se habría de enquistar durante largo tiempo, enturbiando gravemente la convivencia y las relaciones vecinales. El último documento del largo expediente tiene fecha de 15 de enero de 1802. Cinco años después de lanzada la idea por parte del racionero Juan José Millán, se había conseguido, al menos, que las niñas montalbinas tuviesen maestra, adelanto notable, pues fuera de las ciudades principales las escuelas de las niñas tardarían muchos años en afianzarse. Pero la construcción del edificio de las escuelas de niños había fracasado. Por un escrito de otro clérigo local, Juan José de Aranguren, sabemos que las escuelas comenzadas cuatro años atrás en la placeta de San Fausto no habían salido de cimientos y, lo que es más penoso, que el dinero prometido por los vecinos se daba por perdido. En todo ese tiempo los diferentes Ayuntamientos descuidaron intencionadamente el proyecto, según Aranguren, por ser de la misma facción "de los que se han opuesto por sus conveniencias y conexiones a la construcción de las casas públicas de enseñanza". No se tienen noticias de si al final se acabaron construyendo las escuelas en la placeta, pero, ironías del destino, el complejo escolar de Montalbán se alza hoy junto a la misma Rambla, no lejos del Muro donde estuvo el dichoso trinquete.
(Fuente: AHPZ, Expedientes del Real Acuerdo, partido de Alcañiz, "Año de 1797. Expediente de la villa de Montalbán sobre la conveniencia y beneficio que traerá a este pueblo de que se establezca maestra de niñas y se repare la escuela de niños".)
Un artículo de José Luis Ona Martínez (Cantalobos, nº 24)
La guerra de la Independencia también deja su huella en Montalbán. La villa estuvo ocupada desde Septiembre de 1810 por un periodo de tres años.

Sin embargo, será durante la 1ª guerra carlista, cuando Montalbán va a resentirse con más fuerza.
Dado su enclave, respecto a los centros de operaciones de los carlistas, el ejército constitucional, reforzó las fortificaciones de la villa y estableció guarniciones especiales.
En 1836, rechazado el carlista Quílez en Alcorisa, intenta apoderarse de Montalbán sin conseguirlo pero incendia parte de la población.
Dos años más tarde, cuando Cabrera gana Calanda y Alcorisa, los isabelinos se refugian en Montalbán.
Corre 1839 y Cabrera se apodera del castillo de Segura de Baños convirtiéndolo en su centro de operaciones y desde donde planea la toma de Montalbán. En Mayo de ese mismo año, el ejército de Cabrera, pone sitio a la villa de Montalbán, sin lograr que la población se rindiera.
Montalbán soporta su primer asedio aunque lo resiste y el enemigo se retira. Días después será sometida a un segundo asalto en el que vuelan un trozo de muralla, por el que no consiguen penetrar en la villa. Al pedir medicinas los sitiados al general Cabrera, que era el que dirigía a las tropas carlistas, éste se las negó pero mostró cierto interés por los enfermos, entre los que había también 13 de sus soldado, y les dijo que colocaran una bandera en el tejado del hospital para así evitar que éste fuera atacado. Los que defendían Montalbán así lo hicieron. El general Cabrera aprovechó esto para dirigir sus cañones hacia el hospital, 66 granadas cayeron dentro provocando su ruina y la muerte de todos los que allí se encontraban. Tras este ataque consiguen entrar en Montalbán, pero al ver el estado en que había quedado, ordenó su evacuación y abandono. En junio de 1839 la villa de Montalbán había sido reducida a escombros. Manuela Cirugeda -de tan sólo 22 años- combatió como un soldado más, siendo una auténtica heroína. En la actualidad una de las calles de Montalbán lleva su nombre desde 1990. El gobierno, premió a los que más se distinguieron con la cruz de San Fernando y condonó a la villa la contribución por unos años.
Pruneda nos relata así la hazaña:
" A principios de Mayo fue cercada la población por 11 batallones carlistas al mando de Cabrera. El día 20, redoblaron los sitiadores el fuego de su artillería y fusilería y volvieron a intentar el asalto por dos veces; pero fueron rechazados dejando al pié de la muralla mas de 400 muertos, y retirando muchos heridos. En los primeros días de Junio, los sitiadores atacaron con nuevo vigor. No cesaban los cañonazos, volaban las minas, amagaban los asaltos; pero los sitiados prefirieron morir en sus casas a ser fusilados, y cuantos esfuerzos hizo Cabrera, se estrellaron en la valentía de los milicianos nacionales y de los provinciales de Burgos. Cincuenta días de sitio, de los que tres mil balas, seiscientas granadas y diez minas voladoras, redujeron a la corta población a un montón de ruinas. Hubo en Montalbán una heroína que hizo fuego a los facciosos y estuvo siembre en los puestos de mayor peligro. Manuela Cirugeda de 22 años natural del mismo pueblo, sirvió en el sitio como el nacional más denodado, hasta que del cansancio y las fatigas se le originó una enfermedad, de la que sanó en la sala de distinguidos de Zaragoza."
Después de este sitio, el castillo-convento, y gran parte de la población quedaron reducidos a ruinas; no así el convento de los Dominicos que fue derruido mas tarde.
Durante la última contienda, la Guerra Civil, Montalbán estuvo en manos de los dos bandos, dada su cercanía a uno de los frentes como fue el de Teruel y a la ofensiva final de la guerra.
Una vez terminada la guerra algunos militares del ejército republicano no abandonaron la lucha y continuaron agrupándose en formaciones guerrillera que habrían de estar hostigando al enemigo hasta su disolución y evacuación a otros países. A estos grupos guerrilleros se les conoce popularmente como el maquis, compuestos por militares republicanos de todas las ideologías políticas de izquierdas, comunistas, socialistas, anarquistas, troskistas y también hombres y mujeres luchadores por la libertad.
El apogeo de estos grupos fue en octubre de 1944 cuando, auspiciados por el Partido Comunista de España, se intenta la invasión desde Francia por 6.000 ó 7.000 guerrilleros que fracasó. Supuso la muerte de 200 guerrilleros y 800 prisioneros, muchos de ellos fusilados, algunos contactaron con grupos de huidos dentro del interior de la Península. Es a partir de este momento cuando se forma el AGLA, Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, llegando a ser la más efectiva y disciplinada. Actuaba en Teruel, Tarragona, Zaragoza, Castellón y Cuenca.
Teruel era el sector 17 y estaba comandado por Ángel Fuerte Vidosa "Antonio", natural de Huesca, murió en Morella el 26 de mayo de 1948. El sector 11 del AGLA comprendía toda la sierra de Albarracín hasta Mora de Rubielos, comandado por Florián Gracia Velasco "Grande" (hay en día es conocido en Montalbán por sus conferencias y por la presentación del libro de su compañera y también guerrillera Remedios Montero "Historia de Celia"). El sector 15 comandado por Antonio Gil Fernández "Medina" actuaba en las zonas compartidas de los sectores 17 y 11 a las órdenes de Francisco Cerrado "Pepito el gafas", actuaba en los partidos judiciales de Montalbán, Aliaga, Castellote y Valderrobles. A este sector se incorporaron siete vecinos de Montalbán a raíz de unos hechos ocurridos en nuestra comarca minera. Se estaba intentando montar un foco guerrillero de resistencia auspiciados por la CNT con el nombre de "comarcal Espartaco", hubo detenciones y tuvieron que huir junto a presos políticos que trabajaban en las minas junto a otros de Utrillas, fueron alrededor de 30 los que huyeron y se incorporaron a las agrupaciones. Entre Montalbán y Peñarroyas hubo 13 detenciones, estos hechos tuvieron lugar entre el 25 y 30 de mayo de 1947.
De los siete guerrilleros de Montalbán murieron dos en combate: Jorge Gamón Biel y Francisco Pérez Pérez. Los demás combatientes fueron Isidro Mateo Fernández, nació en Montalbán en 1913, Ramón Abad González nacido en Montalbán en 1922, Juan Galera Clemente nacido en Montalbán en 1922, Eusebio Martín Marco nacido en Montalbán en 1909, Joaquín Ortín Daniel nacido en Montalbán en 1913.
Jorge Gamón Biel se unió a un grupo guerrillero pasado de Francia para hacer volar un tren donde viajaría Franco. Tuvieron un enfrentamiento con el Somatén del pueblo de Alburge donde murió el alcalde Enrique Laborda, ya cercados por la guardia civil intentaron escapar cruzando el Ebro, dos murieron ahogados, el otro abatido por disparos. No se sabe cómo murió nuestro vecino si ahogado o por los disparos, en el pueblo se le conocía con el mote del "Piquicas".
Francisco Pérez Pérez (o tal vez fuera Ortiz Pérez ?) murió abatido cerca de Zaragoza.
Ante la imposibilidad de hablar libremente de esta época y de la historia de los maquis, los habitantes de los pueblos y aldeas aprendieron las historias de los hombres de los montes para transmitirlas a sus descendientes construyendo de esta manera una memoria colectiva y clandestina en la que la realidad no tardó en fundirse con la leyenda...
Manuel Bielsa
El Gobernador Civil, el General Pizarro, acabo en Teruel rápidamente con los maquis.

Tres maquis se hicieron famosos en la comarca. Uno de Alacón, otro de Montalbán y el último de Josa, llamado Fabián. Pasando los tres por Josa, la guardia civil junto a Ramón La Hoz, alcalde del pueblo, intentan apresarles en la casa de Fabián, pero logran escapar. Van dirección a La hoz de la Vieja e intentan al pasar por el molino bajo, robarles a los molineros, los Sres. Chopo, pero los reconocen y los fugitivos disimulan. Después se dirigen a Blesa y llegan hasta el Colladito, donde roban en el ayuntamiento la caja. En Montalbán, pasan un día escondidos en el cementerio, robándole el reloj de oro y el dinero a un rico minero, el Sr. Ortiz, “el Brozas”. Después debieron coger un tren de mercancías y escapar en el. Al poco tiempo se recibió su partida de recepción. Cerca de Caspe, al cruzar por el Ebro, fueron acribillados a tiros.

Administraciones religiosas______________________________
Las Diócesis
La Diócesis de Zaragoza
En época de reconquista se establecen, sobre 1121, los primeros límites de la Diócesis de Zaragoza y, sobre 1158, el Papa Adriano IV confirma los bienes que a tal Diócesis pertenecen y, entre ellos, aparecen citados el termino y la iglesia de Montalbán (nótese que, por la fecha, no puede tratarse de la iglesia que actualmente conocemos.
Estos territorios obedecieron, directamente, al príncipe Ramón Berenguer IV. Los límites de esta Diócesis no variarán hasta la creación de la Diócesis de Teruel en 1577.
La Diócesis de Teruel
Felipe II creó, o sin mucho trabajo, la diócesis de Teruel en 1577; se creó a base de recopilar lo que había sido el medieval arciprestazgo de Teruel; sin embargo, Montalbán no pasa a pertenecer a esa diócesis, perteneciendo a la Zaragoza hasta 1953, momento en el que se estableció que los límites diocesanos se establecieran sobre los límites provinciales.
Órdenes militares ______________________________
Orden de Santiago
Como bien es sabido, gracias sobre todo a los estudios de Regina Sainz de la Maza, en la Baja Edad Media se organizaron las Órdenes Militares en encomiendas y en Montalbán, único sitio en el territorio que hoy es Aragón, se estableció la Orden de Santiago estando a su cargo un maestre y extendiendo su señorío sobre las poblaciones, además de Montalbán de: Adobas, Castel de Cabra, Escucha, Palomar de Arroyos, Torre de las Arcas, Utrillas y Villanueva.
Administración civil______________________________________
Las tenecías
Son el más antiguo sistema administrativo civil de Aragón, heredado del introducido por los reyes pamploneses y que quizá provenga del usado por los musulmanes. Durante el reinado de Sancho el Mayor (1004-1035) este sistema aparece completamente configurado, pero en él, posiblemente porque entonces aún pertenece a territorio musulmán, no aparece Montalbán.
Merinados y bailios
En el S. XII se establece un nuevo sistema administrativo por el que se dividen las rentas que eran propias del rey y las que eran del reino y así los merinos se encargan de recaudar las rentas del Rey el baile las del reino.
Montalbán pertenece al Merinado de Zaragoza por estar incluidos en él los lugares de la Orden de Santiago.
En cuanto a los bailios todo hace presuponer que ejercían su jurisdicción en los mismos territorios de los merinos y que su adscripción territorial fue la misma.

Justicias y sobrejunterías
La aparición del Justicia de Aragón se enmarca en el proceso de consolidación administrativa que se origina a finales del siglo XII y principios del XIII. Los justicias ejercen su actividad en distintas poblaciones y además Justicia es el nombre con el que se denomina el cargo que ejercen estas personas. Existen también los territorios donde actúan los agentes ejecutivos de esa justicia que, en principio, se denominaron Juntas y estaban a cargo de un juntero. Jaime I las agrupó teniendo como base los merinados y llamándolas Sobrejunterías y al que ejecutaba la justicia sobrejuntero; más adelante se le crearon unos subalternos que se denominaban lugartenientes.
Así, aparece en la primera mitad del siglo XIV la Sobrejuntería de Zaragoza, con lugartenientes de sobrejuntero en Alcañiz y Montalbán. A partir de finales del siglo XIV solo existen cinco sobrejunterías y estas no tienen más de tres sobrejunteros cada una, son: Zaragoza con lugartenientes de sobrejuntero en Zaragoza, Alcañiz y Montalbán; Huesca-Jaca con lugarteniente de sobrejuntero en Huesca, Jaca y Sariñena; Sobrarbe y los Valles, con lugarteniente de sobrejuntero en Barbastro, Broto y Tamarite; la de Ejea, con agentes en Ejea, Uncastillo y Tauste y la de Tarazona con lugartenientes en Tarazona, Alagón y Ricla.
Sobrejuntería de Zaragoza
Está organizada, en principio, con dos divisiones mandadas cada una por un lugarteniente de sobrejuntero; uno actuaba en Alcañiz y el otro en Montalbán. A partir de 1389 existen tres: Alcañiz, Montalbán y Zaragoza. Esta institución deja de tener vigor a finales del siglo XV. El golpe definitivo se produjo con la creación, en 1487, de lo que se denominó la Santa Hermandad, que comenzó a actuar en 1488 en persecución de malhechores, y que solo estuvo en vigor hasta 1510.
Sobrecullidas y veredas
Cullidas y sobrecullidas
La acepción de estos nombres tiene relación con la percepción de impuestos sobre el tránsito de mercancías. El cullidor era el encargado de recibir los impuestos sobre el tránsito de mercancías; la cullida era tanto el lugar donde estaba establecido el cullidor como el acto del pago en sí y la percepción del impuesto. El sobrecullidor apareció más tardíamente y constituyó un cargo superior ante el cual, el cullidor, rendía cuentas. Las sobrecullidas las constituían el conjunto de cullidas sobre las cuales ejercía su potestad el sobrecullidor; cuando hacia 1463-1465 se organizan de forma definitiva integran verdaderas divisiones territoriales administrativas comerciales.
En la formación de este sistema administrativo se observan tres claros momentos:
a) Creación de un impuesto en 1362 para sufragar la guerra contra Pedro I de Castilla.
b) La reorganización de 1446 en las Cortes de Zaragoza, dado el fracaso económico del Reino de Aragón.
c) La creación definitiva de las sobrecullidas hacia 1463-1465 que continuarán hasta principios del siglo XVIII cuando son sustituidas por los corregimientos.
En el año 132 Pedro I de Castilla había recomenzado la lucha contra Pedro IV de Aragón; la situación económica de la Corona de Aragón es agobiante y el Rey necesita dinero para proseguir la lucha; con el fin de solucionar tal situación, se reunen en Monzón las Cortes Generales y árbitra un sistema para recaudar las 60.000 libras entregadas al Rey para la guerra. Este sistema no es otro que el de gravar la circulación de paños (12 dineros por libra sobre el valor apreciado), pero también se gravan el azafrán, aceite, grana, miel, plomo, hierro trabajador, cáñamo, estopa, trapo de lino o de otra materia, sebo, alquitrán, cobre y otros muchos productos. Es la constitución de las llamadas "generalidades".
Se sitúan, para poder realizar la recaudación, una serie de fronteras a lo largo de todo el reino de Aragón. A pesar de terminar la guerra que las había generado, las generalidades no finalizan con ésta en 1375. Posteriormente se mantuvieron cuando el autoproclamado Jaime IV, que se titulaba rey de Mallorca, amenazó las fronteras de la Corona intentando invadirla desde el Norte, por los Pirineos. Así en 1376 se reúnen Cortes en Monzón y se decide que Aragón debe aportar 78.000 libras jaquesas, equivalentes a 12.000 florines.
Se avecinaba un grave problema pues difícilmente podían, los aragoneses, hacer frente a la contribución señalada ya que el reino estaba muy empobrecido. Al no poder conseguir el dinero se recurrió a un préstamo hecho por Blasco de Azlor, merino de la ciudad de Zaragoza y Juan don Sancho, mercader y ciudadano de la misma ciudad; para pagarles el préstamo se les concedió la administración de las "generalidades" durante ocho años que se amplían a todos los productos que entran y salen del reino, excepto al vino y a la sal.
Se crean unos nuevos puestos de cobro que abarcan todo el reino y que, como ejemplo, son: Aliaga, Teruel, Castelserás, Valdealgorfa, etc. Se crea un tribunal que juzga las discrepancias existentes entre los cobradores (cullidores) y los administrados. También se crean once zonas judiciales que posteriormente se ampliarían, se crea la zona o sobrecullida de Teruel que entendía de Teruel, Albarracín, la frontera de Castilla y Valencia y de toda la serranía hasta la Iglesuela.
En épocas sucesivas se continuó con el arriendo de las "generalidades" y el nombramiento de jueces finalizando este sistema con la reforma de 1446. La economía del reino en ese año era catastrófica, los ingresos no bastaban para sufragar los gastos generales y el reino estaba cada vez más endeudado. Las Cortes de Zaragoza decidieron dar plenos poderes al arzobispo y al Justicia de Aragón para nombrar sobrecullidores y reglamentar sus atribuciones. Se producen importantes cambios: desaparecen los jueces -que se nombraban cuando se imponían "generalidades"- la administración deja de arrendarse y se realiza directamente a través del establecimiento de seis sobrecullidas, regidas cada una por un sobrecullidor que recibía las cantidades recaudadas por los cullidores y las entregaban a la Diputación. Al mismo tiempo vigilaban los puntos de "cullida".
Las sobrecullidas fueron: Alcañiz, Huesca, Jaca, Montalbán, Tarazona y Teruel. Zaragoza tiene también categoría de sobrecullida.
La sobrecullida de Montalbán se establece sobre las siguientes comunidades: Alcalá de la Selva, Allepuz, Las Barracas de los Jaqueses, Bordón, Cantavieja, La Cañada de Benatanduz, La Cuba, Cuevas de Cañart, Fortanete, Fuentes de Rubielos, Mosqueruela, Olba, Puerto Mingalvo, Rubielos de Mora, San Agustín, Tronchón, Valbona, Valdelinares, Villarluengo y Villarroya de los Pinares.
En 1494 la sobrecullida está compuesta por los siguiente pueblos Ababuj, Adobas, Aguatón, Aguilar de Alfambra, Alba, Albarracín, Albentosa, Alcalá de Mora (hoy Alcalá de la Selva), Alcamín, Aldehuela, Alfambra, Aliaga, Allepuz, Anadón, Arcos (de las Salinas), Argente, Armillas, Bellestar (hoy Villastar), Blesa, Bronchales, Buant, Bueña, Cabra de Mora, Calomarde, Camañas, Camarena de la Sierra, Camarillas, Campillo, Campos, Cantavieja, Cañada de Benatanduz, Cañada Vellida, Cascante del Río, Castel de Cabra, Castellbispal (con el nombre de Puerto Vispal), El Castellar, Castralvo, Caudé, Cedrillas, Celadas, Cella, Cirujeda, Concud, Corbalán, Cortes de Aragón, Cobatillas, La Cuba, Cubla, El Cuervo, Cuevas de Almudén, Cuevas Labradas, Cuevas de Rocín, Ejarque (hoy Jarque), Escorihuela, Escucha, Ferig, Formiche Alto, Formiche Bajo, Fortanete, La Foz de la Vieja, Frías de Albarracín, Fuenteferrada, Fuentes Calientes, Fuentes (de Rubielos), Galve, Gea (de Albarracín), Gúdar, Hinojosa (de Jarque), Huesa (del Común), La Iglesuela (del Cid), Jabaloyas, Jorcas, Josa, Lidón, Linares (de Mora), Maicas, Manzanera, Martín (del Río), Mezquita (de Jarque), Mirambel, Miravete (de la Sierra), Montalbán, Monteagudo (del Castillo), Monterde (de Albarracín), Mora (de Rubielos), Moscardón Mosqueruela, Muniesa, Noguera, Nogueruelas, Olba, Orihuela (del Tremedal), Orrios, Otón, Palomar (de Arroyos), Las Parras (de Martín), La Peña del Cid, Peralejos, Perales (de Alfambra), Pitarque, Plou, El Pobo, Pozondón, La Puebla (de Valverde), El Puerto (hoy Puertomingalvo), La Rambla (de Martín) Rillo, Riodeva, Ródenas, Royuela , Rubiales, Rubielos (de Mora), Salcedillo, Saldón, San Agustín, Santa Olalla (hoy Santa Eulalia del Campo), Santacroche, Sarrión, Segura (de los Baños), Son (del Puerto), Terriente, Teruel, Tormón, Torre las Arcas, Torre la Cárcel, Torremocha (del Jiloca), Torres (de Albarracín), Torrijas, Torretajada (hoy Tortajada), Tramacastiel, Tramacastilla, Tronchón, Utrillas, Valacroche, Valbona, Valdecebro, Valdeconejos, Valdecuenca, Valdelinares, Villalba la Susana (hoy Villalba Alta), Villalba Baja, Villanueva (del Rebollar de la Sierra), Villar del Cobo, Villarluengo, Villarquemado, Villarroya (de los Pinares), Villel, Visiedo y Vivel (del Río Martín).
No figuran en el censo las actuales poblaciones de Abejuela, Alobras, Bezas, Escriche, Griegos, Guadalaviar, Libros, Toril y Masegoso, El Vallecillo y Veguillas de la Sierra. Se extendía sobre todas las tierras altas turolenses, dominando las comunicaciones con el reino de Valencia y con Castilla. La ruta fundamental iba por Teruel-Segorbe, con el asentamiento en las Barracas de la Jaquesa -junto a la actual estación de ferrocarril de Mora de Rubielos- que se enfrentaba a las Barracas del Real emplazadas en el Barracas actual. Las denominaciones "del Real" y "de la Jaquesa" indicaban el tipo de moneda en que se cobraban los impuestos.
Este sistema de división continuó siendo el mismo pero su denominación cambió dos veces después de ser implantado. En el censo de 1609 se les llama "distritos " y la última denominación es la de "veredas".
Veredas
A mediados del siglo XVII se varió la denominación de sobrecullidas y se pasó a la de veredas. En 1645 las Cortes de Zaragoza ordenaron realizar un nuevo censo (aún se utilizaba el de 1495), este censo se realizó por "veredas". La división por veredas está realizada sobre la anterior de sobrecullidas, pero con algunas variaciones; la más importante de ellas es que la antigua sobrecullida de Montalbán se divide en dos partes, la que siguió llamándose vereda de Montalbán y la vereda de Teruel. Este sistema administrativo se mantuvo hasta la publicación del Decreto de "Nueva Planta" en el año 1707.
La vereda de Montalbán quedó constituída por los siguientes pueblos: Ababuj, Adobas, Aguatón, Aguilar (de Alfambra), Alba, Albentosa, Alcamín, Aldehuela, Allepuz, Anadón, Arcos (de las Salinas), Argente, Armillas, Blesa, Bueña, Cabra (de Mora), Camañas, Camarena (de la Sierra), Camarillas, Campillo, Campos, Cañada Vellida, Castel de Cabra, Lavispal (hoy Castelvispal), El Castellar, Castralvo, Caudé, Cedrillas, Celadas, Cella, Cirugeda, Concud, Corbalán, Cortes (de Aragón), Cubla, Cuevas de Almudén, Cuevas Labradas, Cuevas de Rocín, Escorihuela, Escriche, Escucha, Formiche Alto, Formiche Bajo, La Foz de la Vieja, Fuenteferrada, Fuentes Calientes, Fuentes de Rubielos. Galve, Gúdar, Hinojosa (de Jarque), Huesa (del Común), Jarque, Jorcas, Josa, Laimanos, Lidón, Linares (de Mora), Maicas, Martín (del Rio), Mezquita de la Val de Jarque, Miravete de la Sierra, Montalbán, Monteagudo (del Castillo), Mosqueruela, Muniesa, Nogueruelas, Obón, Palomar (de Arroyos), Las Parras (de Martín), La Peña del Cid, Peñas Royas, Peralejos, Perales (de Alfambra), Plou, El Pobo, Portizuela, La Puebla de Valverde, Puerto de Mingalvo, La Rambla (de Martín), Rillo, Rubiales, Rubielos (de Mora), Salcedillo, San Agustín, Santa Eulalia (del Campo), Sarrión, Segura (de los Baños), Son del Puerto, Torre de las Arcas, Torre la Cárcel, Torremocha (del Jiloca), Torretajada (hoy Tortajada), Torrijas, Utrillas, Valdecebro, Valdeconejos, Valdelinares, Villalba Alta, Villalba Baja, Villanueva del Rebollar (de la Sierra), Villarquemado, Visiedo y Vivel (del Río).
Corregimientos y partidos
La muerte de Carlos II y la proclamación de Felipe V (1700) supuso el fin del reino medieval de Aragón.
Felipe V, en plena guerra de sucesión, decidió abolir los fueros de Aragón y reducirlo a las leyes y gobierno de Castilla. En el año 1711 Felipe V dicta un Real Decreto por el cual se establece una total coincidencia de territorios, sobre los que habrá unidad geográfica par lo militar, económico, político y gubernativo y establece el sistema de "partidos". Aragón se divide en el "corregimiento" de Zaragoza y doce partidos más. Montalbán pasa a pertenecer al partido de Alcañiz con categoría de "villa" (existen "lugares", como Alacón, "despoblados", como Adobas, "aldeas" como Utrillas, "ciudades", como Alcañiz, etc.) y "señorío" de Órdenes Militares y está gobernado por un "Alcalde Ordinario de Señorío", que lo es, además, del "despoblado" de Adobas y de las "aldeas" de Escucha, Peñarroyas y Utrillas.
Provincias y partidos judiciales
Hasta la reforma de 1833 se realizaron dos nuevos intentos de reforma administrativa. El primero en 1810 lo realizó José Bonaparte I, se trataba de la división de la península en "prefecturas" y "subprefecturas"; en Aragón se nombraron las prefecturas de Ebro y Cinca, Ebro y Jalón y Guadalaviar alto. El segundo intento, coetáneo con el anterior, lo intentaron las Cortes de Cádiz formando una comisión para la "división del territorio español"; Aragón se dividía en cuatro provincias: Calatayud, Huesca, Teruel y Zaragoza.
El rey Fernando VII, en 1823, acabó con estos intentos de reforma.
La división de 1833
A los dos meses de fallecido el rey Fernando VII se publica un Real Decreto en el que se ordena hacer la división territorial por provincias. Aragón se delimita en las provincias de Huesca, Teruel y Zaragoza y se establecen los límites territoriales de las mismas.
La división no solo afectaba al orden administrativo sino que incluía los asuntos exteriores, justicia, defensa y hacienda real. En 1834 se dispone la división de las provincias en partidos judiciales que en principio se ocupaban de impartir justicia, como los juzgados de primer instancia e instrucción, pero después han servido para la elección de diputados provinciales, competencia de registros de propiedad, recaudación de contribuciones, etc.
Al mismo tiempo se ordena la anulación de realengos, mayorazgos y señoríos.
Los partidos judiciales en 1834
La división de las provincias en Partidos Judiciales se ordena mediante un Real Decreto el día 21 de abril de 1834. En el citado decreto, Montalbán aparece como perteneciente al partido judicial de Segura, sin embargo, una acción de la primera guerra carlista obligó a situar la cabeza de partido, provisionalmente, en Montalbán donde se afianzó.
En marzo de 1839 el jefe carlista Ramón Cabrera había terminado la fortificación de Segura, el día 29 de ese mes se produjeron los enfrentamientos entre las tropas de Cabrera y las coaligadas de Van-Halen y Ayerbe, tras una serie de incidentes el "23 (de febrero de 1840) se presentó delante de este fuerte el Duque de la Victoria, practicando un detenido reconocimiento y disponiendo las operaciones del sitio. Cinco baterías rompieron el fuego a las dos de la tarde del 27 contra las fortificaciones y cesaron llegada la noche habiendo tocado a parlamento los sitiados. Montones de escombros y de ruinas testifican, por todas partes, los estragos que durante aquella época desastrosa para la nación sobrevinieron a este pueblo que fue totalmente destruido por convenir así a los intereses de uno de los partidos beligerantes; sólo quedó como testigo del llanto de tantas familias que en un día perdieron toda su fortuna y la de sus hijos, un elevado castillo que a su vez fue reducido a escombros por parte de los partidos contendientes... Se pensó en reedificar a Segura, pero lo que fue aniquilado en pocos momentos necesita muchos años para que vuelva a su primitivo estado... El Ayuntamiento se ocupa (1848) en levantar un edificio para los usos de la corporación, con cárcel para el juzgado"... Pero mientras tanto "el juzgado reside en Montalbán".
Segura no se pudo rehacer de la catástrofe, su población fue decreciendo mientras que Montalbán progresaba y, en el censo de 1877, aparece como cabeza de partido.
Las poblaciones que componían el partido judicial de Segura-Montalbán eran las siguientes: Alacón, Alcaine, Alpeñés, Anadón, Argente, Armillas, Bádenas, Bañón, Barrachina, Blesa, Cervera (del Rincón), El Collado, Corbatón, Cortes (de Aragón), Cosa, Cuevas de Portalrubio, Cutanda, Fonfría, Fuenferrada, Godos, La Hoz de la Vieja, Huesa (del Común), Josa, Lidón, Loscos, Maicas, Martín del Río, Mezquita (de Loscos), Monforte (de Moyuela), Montalbán, Muniesa, Nueros, Obón, Pancrudo, Las Parras (de Martín), Peñas Royas, Piedrahita, Plou, Portalrubio, La Rambla (de Martín), Rillo, Rubielos de la Cérida, Rudilla, Salcedillo, Segura (de Baños), Torre de Arcas, Torre los Negros, Torrecilla del Rebollar, Utrillas, Valdeconejos, Villanueva del Rebollar (de la Sierra), El Villarejo, Visiedo y Vivel del Río Martín.
Por fin, a partir de 1965, por el decreto nº 3388/65, de 11 de noviembre, se produjo un reajuste en el que el partido de Montalbán quedó englobado en el de Calamocha, situación en la que nos encontramos en estos momentos.

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